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SUS VIDAS Y SUS ORACIONES
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21 de junio
San Luis Gonzaga Año 1591
San Luis Gonzaga nació en Castiglione, Italia, en 1568. Hijo del marqués de Gonzaga; de pequeño aprendió las artes militares y el más exquisito trato social. Siendo niño sin saber lo que decía, empezó a repetir palabras groseras que les había oído a los militares, hasta que su maestro lo corrigió. También un día por imprudencia juvenil hizo estallar un cañón con grave peligro de varios soldados. De estos dos pecados lloró y se arrepintió toda la vida. La primera comunión se la dio San Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán. San Luis estuvo como edecán en palacios de altos gobernantes, pero nunca fijó sus ojos en el rostro de las mujeres. Y así se libró de muchas tentaciones. Su director espiritual fue el gran sabio jesuita San Roberto Belarmino, el cual le aconsejó tres medios para llegar a ser santo:
1º. Frecuente confesión y comunión.
2º. Mucha devoción a la Sma. Virgen. 3ro. Leer vidas de Santos, para ver como se puede imitar a Jesucristo en nuestras vidas. Si otros lo hicieron, por que no yo? como decia San Ignacio de Loyola Ante una imagen de la Sma. Virgen en Florencia hizo juramento de permanecer siempre puro. Eso se llama "Voto de castidad".
Cuando iba a hacer o decir algo importante se preguntaba: "¿De qué sirve esto para la eternidad?" y si no le servía para la eternidad, ni lo hacía ni lo decía. Una vez arrodillado ante la imagen de Nuestra Señora del Buen Consejo, le pareció que la Sma. Virgen le decía: "¡Debes entrar en la Compañía de mi Hijo!". Con esto entendió que su vocación era entrar en la Comunidad Compañía de Jesús, o sea hacerse jesuita. Le pidió permiso al papá para hacerse religioso, pero él no lo dejó. Y lo llevó a grandes fiestas y a palacios y juegos para que se le olvidara su deseo de ser sacerdote. Después de varios meses le preguntó: "¿Todavía sigue deseando ser sacerdote?", y el joven le respondió: "En eso pienso noche y día". Entonces el papá le permitió entrar de jesuita. (En un desfile de orgullosos jinetes en caballos elegantes, Luis desfiló montado en un burro y mirando hacia atrás. Lo silbaron pero con eso dominó su orgullo). En 1581 el joven Luis Gonzaga, que era seminarista y se preparaba para ser sacerdote, se dedicó a cuidar a los enfermos de la peste de tifo negro. Se encontró en la calle a un enfermo gravísimo. Se lo echó al hombro y lo llevó al hospital para que lo atendieran. Pero se le contagió el tifo y Luis murió el 21 de junio de 1591, a la edad de sólo 23 años. Murió mirando el crucifijo y diciendo "Que alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor". La mamá logró asistir en 1621 a la beatificación de su hijo. San Luis Gonzaga tuvo que hacer muchos sacrificios para poder mantenerse siempre puro, y por eso la Santa Iglesia Católica lo ha nombrado Patrono de los Jóvenes que quieren conservar la santa pureza. El repetía la frase de San Pablo: "Domino mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que enseñando a otros a salvarse, me condene yo mismo". Sufría mucho de mal de riñones y esta enfermedad lo obligaba a quedarse días enteros quieto en su cama. Pero esta quietud le trajo un gran bien: le permitió dedicarse a leer las Vidas de Santos, y esto lo animó muchísimo a volverse mejor. (A veces sentía remordimiento porque le parecía que deseaba demasiado irse al cielo).
Su confesor San Roberto, que lo acompañó en la hora de la muerte, dice que Luis Gonzaga murió sin haber cometido ni un sólo pecado mortal en su vida. Apenas el hijo se hizo religioso su padre empezó a volverse mucho más piadoso de lo que era antes y murió después santamente. Luis renunció a todas las grandes herencias que le correspondían con tal de poder hacerse religioso y santo. Santa Magdalena de Pazzi vio en un éxtasis o visión a San Luis en el cielo, y decía: "Yo nunca me había imaginado que Luis Gonzaga tuviera un grado tan alto de gloria en el paraíso". Un oficio muy importante que hizo San Luis durante su vida fue ir de ciudad en ciudad poniendo la paz entre familias que estaban peleadas. Cuando él era enviado a poner paz entre los enemistados, estos ante su gran santidad, aceptaban hacer las paces y no pelear más. El era extraordinariamente amable y bien educado. Después de muerto se apareció a un jesuita enfermo, y lo curó y le recomendó que no se cansara nunca de propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. San Luis fue avisado en sueños que moriría el viernes de la semana siguiente al Corpus, y en ese día murió. Ese viernes es la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. La oración que la Iglesia le dirige a Dios en la fiesta de este santo le dice: "Señor: ya que no pudimos imitar a San Luis en la inocencia, que por lo menos lo logremos imitar en la penitencia. Amén".
ORACIÓN DE SAN LUIS GONZAGA
Oh Señora mía, Santa María: hoy y todos los días y en la hora de mi muerte, me encomiendo a tu bendita fidelidad y singular custodia, y pongo en el seno de tu misericordia mi alma y mi cuerpo; te recomiendo toda mi esperanza y mi consuelo, todas mis angustias y miserias, mi vida y el fin de ella: para que por tu santísima intercesión, y por tus méritos, todas mis obras vayan dirigidas y dispuestas conforme a tu voluntad y a la de tu Hijo. Amén.
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23 de Junio
San José Cafasso, Confesor († 1860)
Nació el 15 de enero del año 1811 en Castelnuovo Don Bosco, que entonces se llamaba Castelnuovo d’Asti. Cristalizó su deseo de consagrarse a Dios en los principios del verano de 1827. Hizo los estudios filosóficos y teológicos preparatorios al sacerdocio que se le confirió el 21 de setiembre de 1833.-Las corrientes que mandaban la moda en aquellos momentos estaban inficionadas de jansenismo y regalismo con vientos que dificultaban fuertemente la marcha de la Iglesia. La piedad, como expresión de la fe, estaba sofocada por un excesivo rigorismo que señalaba tanto la distancia entre el Creador y la criatura que dificultaba la expresión genuina de la relación con Dios visto como Padre bueno; por ello, la relación amorosa y confiada a la que debe llevar la verdadera piedad permanecía oculta por la rigidez estéril y el temor nocivo a Dios observado como justiciero, lejano y extraño.- Enmarcado en estas formas de pensamiento y de actitudes prácticas comienza el ejercicio del ministerio sacerdotal José Cafasso. Renuncia a la «carrera» de los eclesiásticos, desperdiciando voluntariamente las posibilidades de subir que tuvo desde el principio por su buen cartel. Se instala, con la intención de mejorar su formación sacerdotal, en el "Convitto" de San Francisco de Asís, en Turín, que habían fundado en el 1817 Pío Brunone y Luis María FortunatoFrente a la práctica religiosa antipática y a la pastoral sacramental rigorista imperante en su época, allí se entresacan los filones de la vida espiritual católica de todos los tiempos. Con trazos seguros y vivos se enseña, recuerda y habla del fin de esta vida, del valor del tiempo, de la salvación del alma y de la lucha contra el pecado; con naturalidad se tratan las verdades eternas, la frecuencia de los sacramentos, el despego del mundo... Todo ello en clima de cordialidad, de sano optimismo y de confianza en la bondad de Dios manifestado en Cristo; por eso, se adivina que la religión ha de ser el continuo ejercicio de amor para acercarse al Dios lleno de infinita bondad y misericordia de quien debe esperarse siempre todo el perdón. Con formas nuevas, la piedad resulta agradable y fuente de permanente alegría cristiana. Así se da sentido al cuidado de las cosas pequeñas y en la misma mortificación corporal se descubre el verdadero sentido interior que encierra en cuanto que la renuncia al gusto no es más que liberación del amor y unión más perfecta con Dios.- . Hay que resaltar la influencia que José Cafasso ejerció en san Juan Bosco, algo más pequeño que él, cuando José era un joven y Juan un niño y cuando, más tarde, le facilita fondos económicos para ayudarle en la obra evangelizadora que comenzaba para el bien profesional y cristiano de la juventud.-
No se puede dejar de mencionar ni por olvido que en la tierra tuvo tres amores: Jesús Sacramentado, María Santísima y el Papa.
Falleció un sábado 23 de junio de 1860, a la edad de sólo 49 años. Su oración fúnebre la hizo su discípulo preferido: San Juan Bosco. Antes de morir escribió esta estrofa: "No será muerte sino un dulce sueño para ti, alma mía, si al morir te asiste Jesús, y te recibe la Virgen María". Fue canonizado por el Papa Pío XII en 1947.Encontró a Dios y le sirvió en el cumplimiento ordinario del ministerio sacerdotal, viviendo fielmente a diario -y esto es lo heroico- su entrega.
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Oración
. Tú, Señor, que concediste a San José Cafasso un conocimiento profundo de la sabiduría divina, concédenos, por su intercesión, ser siempre fieles a tu palabra y llevarla a la práctica en nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo
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Plegaria Eucarística de San Buenaventura
Traspasa, dulcísimo Jesús y Señor mío, los huecos más escondidos de mi alma con el suavísimo y saludable dardo de una verdadera y pura caridad, tal como la que llenaba el corazón de los Santos Apóstoles, a fin de que desfallezca y se derrita sólo en amor por Ti y en deseo de poseerte; que ansíe por Ti, que desfallezca en tus atrios, y que no aspire más que haberse libre para unirse contigo.
Haz que mi alma tenga hambre de Ti, oh Pan de los Angeles, alimento de las almas Santas, pan nuestro cotidiano, lleno de fortaleza, de dulzura, de suavidad, que cuantos con él se nutren hacen sentir las delicias de su sabor. ¡Oh Jesús!, a quien los ángeles desean siempre contemplar, haced que mi corazón sin cesar tenga hambre de Ti, se alimente de Ti, y lo más profundo de mi alma sea regalado con dulzura de tus delicias.
Que mi corazón tenga siempre sed de Ti, oh fuente de vida, manantial de sabiduría y de ciencia, río de luz eterna, torrente de delicias, abundancia de la casa de Dios.
Que no ambicione otra cosa sino poseerte, que te busque y te encuentre, que a Ti me dirija y a Ti llegue, en Ti piense, de Ti hable y todo lo haga en loor y gloria de tu nombre, con humildad y discreción, con amor y deleite, con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin; y que Tu sólo seas siempre mi esperanza, toda mi confianza, mis riquezas, mi deleite, mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad, mi paz, mi suavidad, mi olor, mi dulcedumbre, mi alimento, mi comida, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi heredad, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija, firme y hondamente arraigada mi alma mi corazón.
Amén
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San José Escrivá de Balaguer
Josemaría Escrivá de Balaguer, nacido en Barbastro (Huesca) en 1902. Murió en Roma el 26 de junio de 1975. Hijo de José y de Dolores, que se habían casado en 1898 y que tuvieron seis hijos.- Decidió hacerse sacerdote diocesano para estar con plena disponibilidad al querer divino sólo intuido. Alternó los estudios de Derecho en la Universidad de Zaragoza con los de Filosofía y Teología en el seminario. Se ordenó sacerdote el 28 de marzo de 1925. El 2 de octubre de 1928 fundó, en Madrid, el Opus Dei, que abre un nuevo camino de santificación en medio del mundo a través del trabajo profesional en el cumplimiento heroico de los deberes personales, familiares y sociales. La misión encomendada era colosal, sólo limitada por la misma extensión del mundo y por sus millones de habitantes. Aquello sólo era posible con una profunda vida interior; hacía falta mucha oración y abundante mortificación.- El desarrollo de la labor que Dios quería que hiciera no tenía camino jurídico dentro del organismo de la Iglesia. Era un proyecto universal eminentemente laical, y hasta entonces el derecho eclesiástico se limitaba en lo universal a la regulación de las familias clericales o de religiosos.-
Desarrolló una prodigiosa actividad , por más de cuarenta años, en medio de numerosas dificultades de todo tipo, donde no faltaron incomprensiones y calumnias; sufrió el recelo de personas .-
Su enamoramiento de Jesucristo en la Eucaristía, la filial devoción a la Virgen santísima y a san José, y la complicidad de los Ángeles hicieron posible que llevara con fe, alegría y buen humor esta “persecución de los buenos” como él la llamó.-
La Prelatura del Opus Dei está extendida por los cinco continentes y cientos de miles de fieles acuden a la intercesión del beato Josemaría, que dejó, además de sus libros La Abadesa de las Huelgas (estudio histórico-jurídico), Camino, Surco, Forja, Amigos de Dios, Es Cristo que pasa y numerosas Cartas, un millar de hijos suyos sacerdotes a su muerte, y... ¿sabes?, le gustaba bendecir las guitarras de los jóvenes. Oración
. Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a San José Escrivá Balaguer, para que manifestara a sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, juntos con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-
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28 de junio San Irineo Obispo y escritor hacia el 203 d.C.
Irineo significa: amigo de la paz. (Irene - paz).
San Irineo es considerado como uno de los padres de la Iglesia, porque en la antigüedad con su sabiduría y sus escritos libró a la cristiandad de las dañosísimas enseñanzas de los Gnósticos, y supo detener a esta secta que amenazaba con hacer mucho mal. En una hermosa carta San Irineo le dice a un amigo suyo que se pasó a los gnósticos: "Te recuerdo que siendo yo un niño, allá en Asia Menor me eduqué junto al gran obispo Policarpo. Y también tú aprendiste con él, antes de pasarte a la perniciosa secta. ¡Con qué cariño recuerdo las enseñanzas de este gran sabio Policarpo! Podría señalar todavía el sitio donde se colocaba para enseñar, y su modo de andar y de accionar, y los rasgos de su fisonomía y las palabras que dirigía a la muchedumbre. Podría todavía repetir (aunque han pasado tantos años) las palabras con las cuales nos contaba como él había tratado con Juan el Evangelista y con otros que conocieron personalmente a Nuestro Señor. Y como el apóstol Juan les repetía las mismas palabras que el Redentor dijo a ellos y les contaba los hechos maravillosos que ellos presenciaron cuando vivieron junto al Hijo de Dios. Todo esto lo repetía muchas veces Policarpo y lo que él enseñaba estaba totalmente de acuerdo con las Sagradas Escrituras. Yo oía todo aquello con inmensa emoción y se me quedaba grabado en el corazón y en la memoria. Y lo pienso y lo medito, y lo recuerdo, con la gracia de Dios cada día".
Y después de anotar tan hermosos recuerdos de su niñez le dice al gnóstico: "en la presencia del Señor Dios, te puedo asegurar que aquel santo anciano Policarpo, si oyera las herejías gnósticas que tú enseñas, se taparía los oídos y exclamaría: '¡Oh Dios: que cosas tan horribles me ha tocado escuchar en mi vida! ¡A que excesos de error se ha llegado en estos tiempos! ¿Por qué tengo que escuchar semejantes errores?', y saldría huyendo de aquél lugar donde se escuchan tus dañosas enseñanzas".
San Irineo nació en el Asia Menor hacia el año 125 y como lo dice en su carta, tuvo el privilegio de ser educado por San Policarpo, un santo que fue discípulo del evangelista San Juan. Después se fue a vivir a Lyon que era la ciudad más comercial y populosa de Francia en ese tiempo. Era el sacerdote más sabio de Lyon y por ello los católicos de esta ciudad lo enviaron a Roma como jefe de una embajada que tenía como oficio obtener que el Sumo Pontífice concediera su perdón a un grupo de cristianos que antes habían sido infieles pero que ahora querían otra vez ser fieles a la Santa Religión.
Y sucedió que mientras él estaba en Roma estalló en Lyon la terrible persecución en la cual murieron el obispo San Potino y un inmenso número de mártires. Irineo hubiera sido también martirizado si se hubiera encontrado en esos días en Lyon. Pero cuando regresó ya se había calmado la persecución. Dios lo tenía destinado para defender con sus escritos la Santa Religión.A su regreso a Lyon fue proclamado por el pueblo como sucesor del obispo San Potino, y se dedicó con todo su entusiasmo a enfervorizar a sus cristianos y a defenderlos de los errores de los herejes.
En su tiempo se difundió mucho una de las herejías que más daño han hecho a la religión Católica y que aún existe en muchas partes. La secta de los gnósticos. Estos enseñan un sinfín de errores y no se basan en las Sagradas Escrituras sino en doctrinas raras e inventadas por los hombres. Creen en la reencarnación y se imaginan que con la sola mente humana se logran conseguir todas las soluciones a todos los problemas, sin la necesidad de la fe y de la revelación. San Irineo que era un gran estudioso, se propuso analizar bien detenidamente todos los errores de los gnósticos y publicó cinco libros en los cuales los fue desenmascarando y les fue quitando su piel de oveja para que parecieran los lobos que eran. Él no atacaba con amargura, pero iba presentando lo absurdas que son las enseñanzas de los gnósticos. Se preocupaba más por convertir que por confundir y por eso era muy moderado y muy suave en sus ataques al enemigo. Pero de vez en cuando se le escapan algunas saetas como estas: "Con un poquito de ciencias raras que aprenden, los gnósticos ya se imaginan que bajaron directamente del cielo; se pavonean como gallos orgullosos y parece que estuvieran andando de gancho con los ángeles".
Los libros de Irineo contra los gnósticos fueron traducidos a los idiomas más extendidos de ese entonces y se divulgaron por todas las iglesias y con ellos se logró detener la peligrosa secta y librar a la religión de errores sumamente dañinos.
14 años después de su primera embajada fue enviado otra vez Irineo a Roma a pedir al Papa que quitara la excomunión a algunos cristianos que no habían querido obedecer las leyes de la Iglesia en cuanto a las fechas para la Semana Santa y Pascua. Y obtuvo el perdón del Sumo Pontífice. Por lo cual la gente decía que estaba haciendo honor a su nombre que significa: "Amigo de la paz".
No se sabe a ciencia cierta si Irineo murió mártir o murió de muerte natural. Pero lo que sí es cierto es que sus escritos han sido siempre de gran provecho espiritual para los cristianos. Quiera Dios, por intercesión de este santo, enviar siempre a su Iglesia Católica, escritores que defiendan la religión y animen a todos a ser mejores seguidores de Jesucristo.
Los que enseñen a otros la santidad brillaran como estrellas por toda la eternidad. (Profeta Daniel 12, 3)
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05 de julio
SAN ANTONIO MARIA ZACARIA
Sacerdote y fundador
+Año 1539.
En este sacerdote que murió muy joven, sí que se cumplió aquella frase del Libro de la Sabiduría en la S. Biblia "Vivió muy poco tiempo, pero hizo obras como si hubiera tenido una vida muy larga".
Nació en Cremona, Italia, en 1502. Quedó huérfano de padre cuando tenia muy pocos años. Su madre, viuda a los 18 años, renunció a nuevos matrimonios que se le ofrecían con tal de dedicarse totalmente a la educación de su hijito y los resultados que obtuvo fueron admirables.
Estudió medicina en la Universidad de Padua, y allí supo cuidarse muy bien para huir de las juergas universitarias y así conservar la santa virtud de la castidad. Desde joven renunció a los vestidos elegantes y costosos, y vistió siempre como la gente pobre, y el dinero que ahorraba con esto, lo repartía entre los más necesitados. A los 22 años se graduó de médico y su gran deseo era dedicarse totalmente a atender a las gentes más pobres, la mayor parte de las veces gratuitamente, y aprovechar su profesión para ayudarles también a sus pacientes a salvar el alma y ganarse el cielo. Pero unos años después, sus directores espirituales le aconsejaron que hiciera también los estudios sacerdotales, y así logró ordenarse de sacerdote. Así fue doblemente médico: de los cuerpos y de las almas.
Antonio María tuvo siempre desde muy pequeño un inmenso amor por los pobres. Ya en la escuela, volvía a veces a casa sin saco, porque lo había regalado a algún pobrecito que había encontrado por ahí tiritando de frío. Durante sus años de profesional y sacerdote, todo lo que consigue lo reparte entre los más necesitados.
Se trasladó a Milán (la ciudad de mayor número de habitantes en Italia) porque en esa gran ciudad tenía más posibilidades de extender su apostolado a muchas gentes. Y allí, por medio de la hermana Luisa Torelli fundó la comunidad de las hermanas llamadas "Angelicales" (nombre que les pusieron porque su convento se llamaba de "Los Santos Angeles"). El fin de esta comunidad era preservar a las jovencitas que estaban en peligro de caer en vicios, y redimir y volver al buen camino a las que ya habían caído. Estas hermanas le ayudaron muchísimo a nuestro santo en todos sus apostolados. Luego con otros compañeros fundó la Comunidad llamada "Clérigos de San Pablo" los cuales, por vivir en un convento llamado de San Bernabé, fueron llamados por la gente "Los Padres Bernabitas". Esta congregación tenía por fin predicar para convertir a los pecadores, extender por todas partes la devoción a la Pasión y muerte de Cristo, y a su santa Cruz. Y esforzarse lo más posible por tratar de obtener la renovación de la vida espiritual y piadosa entre el pueblo, que estaba muy decaida y relajada. Estos religiosos hicieron tanto bien en la ciudad y sus alrededores que unos años mas tarde, San Carlos, gran arzobispo de Milán, dirá de ellos: "Son la ayuda más formidable que he encontrado en mi arquidiócesis".
San Antonio María sentía un gran cariño por la Sagrada Eucaristía, donde está Cristo presente en la Santa Hostia, con su Cuerpo, Sangre, alma y divinidad. Por eso propagó por todas partes la devoción de las Cuarenta Horas, que consiste en dedicar tres días cada año, en cada templo, a honrar solemnemente a la Sma. Eucaristía con rezos, cantos y otros actos solemnes de culto.
Otra de sus grandes devociones era la pasión y muerte de Cristo. Cada viernes, a las tres de la tarde hacía sonar las campanas, para recordar a la gente que a esa hora había muerto Nuestro Señor. Siempre llevaba una imagen de Jesús crucificado, y se esmeraba por hacer que sus oyentes meditaran en los sufrimientos de Jesús en su Pasión y Muerte, porque esto aumenta mucho el amor hacia el Redentor. Y una tercera devoción que lo acompaño en sus años de sacerdocio fue un enorme entusiasmo por las Cartas de San Pablo. Su lectura lo emocionaba hasta el extremo, y de ellas predicaba, y a sus discípulos les insistía en que leyeran tan preciosas cartas frecuentemente, y que meditaran en sus importantísimas enseñanzas. A él le sucedió lo que le ha pasado a miles y millones de creyentes en el mundo entero, que al leer las Cartas de San Pablo han descubierto en ellas unos mensajes celestiales tan interesantes que quedan entusiasmados para siempre por su lectura y meditación. A nuestro santo le correspondió vivir en los tiempos difíciles en los que en Alemania el falso reformador Lutero proclamaba una falsa reforma en la religión, y en Roma y España, San Ignacio y sus jesuitas empezaban a trabajar por conseguir una verdadera reforma de la Iglesia, y muchísimos católicos sentían un intenso deseo de que empezara una era de mayor fervor y menos frialdad y maldad. San Antonio María fue uno de los que con su enorme apostolado preparó la gran Reforma de la Iglesia Católica que iba a traer el Concilio de Trento.
Siendo aún muy joven, sintió que de tanto trabajar por el apostolado, le faltaban las fuerzas. Se fue a casa de su santa madre, y en sus brazos murió el 5 de julio de 1539. Tenía apenas 37 años, pero había hecho labores apostólicas como si hubiera trabajado por tres docenas de años más. El Papa León XIII lo declaró santo en 1897. Y nosotros le pedimos a San Antonio Zaccaría, que pida mucho al buen Dios para que la Iglesia Católica se renueve día por día y no vaya a caer nunca en la relajación y que no se enfríe nunca en el santo fervor que Nuestro Señor quiere de cada uno de los creyentes. Padre Santo,
que dispones cada cosa para el bien de tus hijos,
enciende nuestros corazones con el fervor espiritual
y el ardor apostólico que animaron a san Antonio María en la reforma de tu Iglesia.
Señor Jesús,
que revelas la plenitud del amor en el misterio de la cruz
y te has hecho alimento celeste para la santificación de los hombres,
habita en nuestros corazones, para que a imitación de san Antonio María
sepamos irradiar por doquier la viveza espiritual.
Espíritu Paráclito,
que nos enseñas las vías de la perfección en la escuela
de san Antonio María, prepara nuestros corazones para que exulten siempre en el Dios vivo y lleguemos a ser templos de tu gloria.
Amén.
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Santa María Goretti nació en Corinaldo, Italia el 16 de octubre de 1890 hija de Luis Goretti y Assunta Carlini, ambos campesinos. María fue la segunda de seis hijo.
Vivió en el seno de una familia humilde y perdió a su padre a los diez años por causa del paludismo.
Como consecuencia de la muerte de su padre, la madre de María Goretti tuvo que trabajar dejando la casa y los hermanos menores a cargo de ésta quien realizaba sus obligaciones con alegría y cada semana asistía a clases de catecismo.
A los once años hizo su primera comunión haciéndose, desde entonces, el firme propósito de morir antes que cometer un pecado.
En la misma finca donde vivía María trabajaba Alejandro Serenelli, quien se enamoró de María que en ese entonces contaba con doce años.
Serenelli, a causa de lecturas impuras, se dedicó a buscar a María haciéndole propuestas que la santa rechazaba haciendo que Serenelli se sintiera despreciado. El 5 de julio de 1902 Serenelli fue en busca de María quien estaba sola en su casa y al encontrarla la invitó a ir a una recámara de la casa a lo que María se negó por lo que aquél se vio obligado a forzarla.
María se negaba advirtiéndole a Serenelli que lo que pretendía era pecado y que no accedería a sus pretensiones por lo que éste la atacó con un cuchillo clavándoselo catorce veces. María no murió inmediatamente, fue trasladada a la hospital de San Juan de Dios donde los médicos la operaron sin anestesia porque no había y durante dos horas la santa soportó el sufrimiento ofreciéndo a Dios sus dolores.
Antes de morir, un día después del ataque, María alcanzó a recibir la comunión y la unción de los enfermos e hizo público su perdón a Serenelli.
El asesino fue condenado a 30 años de prisión donde al principio no daba muestras de arrepentimiento. La tradición cuenta que después de un sueño donde María le dijo que él también podía ir al cielo, Serenelli cambió completamente volviéndose hacia Dios y ofreciendo sus trabajos y sufrimientos en reparación de sus pecados.
Después de 27 años de cárcel fue liberado y al salir de la carcel acudió a pedir perdón a la madre de la santa, quien no solo lo perdonó sino que lo defendió en público, de quienes lo atacaban, alegando que si Dios y su hija lo habían perdonado, ella no tenía porque no perdonarlo... Y la misericordia de Dios se vio reflejada en la Misa de Navidad de ese año, donde comulgaron juntos, la madre de Maria Goretti y su asesino. La fama de María Goretti se extendía cada vez más y fueron apareciendo las muestras de santidad, que fue fruto de su cercanía a Dios y su devoción a la Virgen María.
Después de numerosos estudios, la Santa Sede la canonizó el 24 de junio de 1950 en una ceremonia que se tuvo que realizar en la Plaza de San Pedro debido a la cantidad de asistentes que se calculaban en más de quinientas mil personas. En la ceremonia de canonización acompañaron a Pío XII la madre, dos hermanas y un hermano de María. Durante esta ceremonia Su Santidad Pío XII alabó la virtud de la santa y sus estudiosos afirman que por la vida que llevó, aún cuando no hubiera sido mártir, habría merecido ser declarada santa. Oración
. Señor Dios, que eres fuerza de las almas inocentes y te complaces en los corazones limpios, tú que otorgaste a santa María Goretti la palma del martirio en la edad juvenil, concédenos, por su intercesión, la constancia en tus mandamientos, el perdonar a los que nos ofenden... y darnos a nosotros tambien, así como a esta virgen le diste la victoria en el combate, la posibilidad de que podamos librar el nuestro, tomados de la mano de Maria Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo y Señor Nuestro Que vives y reina en unidad con el Espiritu Santo Por los siglos de los siglos.... AMEN.
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10 de Julio San Cristóbal Mártir Siglo III
Cristóbal significa "el que carga o portador de Cristo".
San Cristóbal, popularísimo gigantón que antaño podía verse con su barba y su cayado en todas las puertas de las ciudades: era creencia común que bastaba mirar su imagen para que el viajero se viese libre de todo peligro durante aquel día. Hoy que se suele viajar en coche, los automovilistas piadosos llevan una medalla de san Cristóbal junto al volante. ¿Quién era? Con la historia en la mano poco puede decirse de él, como mucho que quizá un mártir de Asia menor a quien ya se rendía culto en el Siglo v. Su nombre griego, «el portador de Cristo», es enigmático, y se empareja con una de las leyendas más bellas y significativas de toda la tradición cristiana. Nos lo pintan como un hombre muy apuesto de estatura colosal, con gran fuerza física, y tan orgulloso que no se conformaba con servir a amos que no fueran dignos de él. Cristóbal sirvió primero a un rey, aparente señor de la tierra, a quién Cristóbal vío temblando un día cuando le mencionarón al demonio.
Cristóbal entonces decidió ponerse al servicio del diablo, verdadero príncipe de este mundo, y buscó a un brujo que se lo presentará. Pero en el camino el brujo pasó junto a una Cruz, y temblando la evitó. Cristóbal le pregunto entoncés si él le temía a las cruces, contestandole el brujo que no, que le temía a quién había muerto en la Cruz, Jesucristo. Cristóbal le pregunto entonces si el demonio temía también a Cristo, y el brujo le contestó que el diablo tiembla a la sola mención de una Cruz donde murió él tal Jesucristo.
¿Quién podrá ser ese raro personaje tan poderoso aun después de morir? Se lanza a los caminos en su busca y termina por apostarse junto al vado de un río por donde pasan incontables viajeros a los que él lleva hasta la otra orilla a cambio de unas monedas. Nadie le da razón del hombre muerto en la cruz que aterroriza al Diablo. Hasta que un día cruza la corriente cargado con un insignificante niño a quien no se molesta en preguntar; ¿qué va a saber aquella frágil criatura? A mitad del río su peso se hace insoportable y sólo a costa de enormes esfuerzos consigue llegar a la orilla: Cristóbal llevaba a hombros más que el universo entero, al mismo Dios que lo creó y redimió. Por fin había encontrado a Aquél a quien buscaba.
--¿Quién eres, niño, que me pesabas tanto que parecía que transportaba el mundo entero?--Tienes razón, le dijo el Niño. Peso más que el mundo entero, pues soy el creador del mundo. Yo soy Cristo. Me buscabas y me has encontrado. Desde ahora te llamarás Cristóforo, Cristóbal, el portador de Cristo. A cualquiera que ayudes a pasar el río, me ayudas a mí. Cristóbal fue bautizado en Antioquía. Se dirigió sin demora a predicar a Licia y a Samos. Allí fue encarcelado por el rey Dagón, que estaba a las órdenes del emperador Decio. Resistió a los halagos de Dagón para que se retractara. Dagón le envió dos cortesanas, Niceta y Aquilina, para seducirlo. Pero fueron ganadas por Cristóbal y murieron mártires. Después de varios intentos de tortura, ordenó degollarlo. Según Gualterio de Espira, la nación Siria y el mismo Dagón se convirtieron a Cristo.
San Cristóbal es un Santo muy popular, y poetas modernos, como García Lorca y Antonio Machado, lo han cantado con inspiradas estrofas. Su efigie, siempre colosal y gigantesca, decora muchísimas catedrales, como la de Toledo, y nos inspira a todos protección y confianza. Sus admiradores, para simbolizar su fortaleza, su amor a Cristo y la excelencia de sus virtudes, le representaron de gran corpulencia, con Jesús sobre los hombros y con un árbol lleno de hojas por báculo.
Esto ha dado lugar a las leyendas con que se ha oscurecido su vida. Se le considera patrono de los transportadores y automovilistas.
Como muestra de la tierna devoción de los caminantes a San Cristóbal recogemos la oración del automovilista, que a diario rezan muchos de los que han de sostener el volante entre sus manos: "Dame, Dios mío, mano firme y mirada vigilante, para que a mi paso no cause daño a nadie. A Ti, Señor, que das la vida y la conservas, suplico humildemente guardes hoy la mía en todo instante. Libra, Señor, a quienes me acompañan de todo mal: choque, enfermedad, incendio o accidente. Enséñame a hacer uso también de mi coche para remedio de las necesidades ajenas. Haz, en fin, Señor, que no me arrastre el vértigo de la velocidad, y que, admirando la hermosura de este mundo, logre seguir y terminar mi camino con toda felicidad. Te lo pido, Señor, por los méritos e intercesión de San Cristóbal, nuestro Patrono. Amén."
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Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo y hermano de San Juan, predicó el Evangelio en Jerusalén inmediatamente después de la ascensión de Jesucristo. Llevó después la antorcha de la fe a España; mas, no correspondiendo el éxito a sus esperanzas, volvió a Jerusalén donde, entre otras personas, convirtió al mago Hermógenes. Irritados los judíos, excitaron contra él a Herodes Agripa, y éste para complacerlos, hizo decapitar al santo Apóstol. Su cuerpo, enterrado en Jerusalén, fue después transportado a España; descansa en la catedral de Santiago de Compostela, en Galicia, y todos los años atrae a un número prodigioso de peregrinos. Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo y hermano de San Juan, predicó el Evangelio en Jerusalén inmediatamente después de la ascensión de Jesucristo. Llevó después la antorcha de la fe a España; mas, no correspondiendo el éxito a sus esperanzas, volvió a Jerusalén donde, entre otras personas, convirtió al mago Hermógenes. Irritados los judíos, excitaron contra él a Herodes Agripa, y éste para complacerlos, hizo decapitar al santo Apóstol. Su cuerpo, enterrado en Jerusalén, fue después transportado a España; descansa en la catedral de Santiago de Compostela, en Galicia, y todos los años atrae a un número prodigioso de peregrinos. III. Santiago volvió a Jerusalén, su patria; y sus conciudadanos, como recompensa a sus trabajos, le dieron muerte. Prepárate a recibir el mal por el bien que haces a tu prójimo. Los sufrimientos y las aflicciones nunca faltarán a los que buscan a Dios; es una señal infalible de que Dios quiere recompensarlos en el otro mundo. No puede faltar la gloria a los justos que soportan el sufrimiento y las tribulaciones; espérales la corona eterna.
El celo por las almas Orad por los peregrinos. ORACIÓN
Señor, santificad y proteged a vuestro pueblo, a fin de que ayudado por la asistencia de vuestro Apóstol Santiago, os sea agradable por su conducta y os sirva en perfecta tranquilidad de espíritu. Por J. C. N. S, Amén.
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Mirad a esta ilustre penitente bañando con sus lágrimas los pies del Salvador y enjugándolos con sus cabellos. Es Magdalena, otrora, esclava del amor profano, y ahora esposa de Jesús. Lo acompaña en el Calvario; corre a la tumba para perfumar su cuerpo; se prosterna a los pies de Jesús resucitado; y después de su gloriosa ascensión, se retira a la soledad para llorar hasta la muerte pecados que sabía ella le habían sido perdonados. Si tú has imitado sus extravíos, imita su penitencia. Ama mucho, para que se te perdone mucho. MEDITACIÓN SOBRE LAS LAGRIMAS DE SANTA MARÍA MAGDALENA I. Las primeras lágrimas de Magdalena fueron lágrimas de contrición. Impelida por el dolor de haber ofendido a Dios, busca a Nuestro Señor, lo encuentra en la casa del fariseo y en ella hace una confesión pública de sus pecados. A partir de ese instante renuncia a sus criminales placeres y cambia de vida. ¡Dichosas lágrimas, que borrasteis los pecados de Magdalena! Ojos míos, ¿cuándo lloraréis los desórdenes de mi juventud? ¿Por qué retardar mi conversión? Mundo, placeres, honores, os dejo para siempre: dejadme en adelante llorar mis pecados, ¡dejad me un instante a fin de que gima! (Job). II. Magdalena vertió lágrimas de compasión cuando vio a Jesús en manos de los verdugos. Lo acompañó hasta el Calvario; se mantuvo al pie de la cruz y mezcló su llanto con la Sangre adorable de Jesús. Nosotros vemos todos los días a nuestro divino Salvador clavado en la cruz, todos los días meditamos sobre su Pasión; ¿por qué, pues, nuestro corazón permanece insensible ante sus sufrimientos? ¿Por qué nuestros ojos no vierten lágrimas? ¡Ah! es porque no tenemos por Jesús el mismo amor que Magdalena. La fe de esta mujer fue grande, su amor ardiente, su arrepentimiento sincero. (San Lorenzo Justiniano) .
III. El deseo de ver a Jesús, después de su resurrección, le hizo bañar en lágrimas la tumba del divino Maestro. El deseo de contemplarlo en el cielo la hizo suspirar y gemir en la gruta a la que se había retirado. Llora ella noche y día porque su exilio se prolonga, y no se le permite unirse a su Bienamado. Viértense lágrimas por una bagatela; mas, ¿quién llora de haber perdido a Jesús? ¿Quién llora por su extravío?
La penitencia Orad por la conversión de los pecadores.
ORACIÓN
Oh Dios, que al ruego de la bienaventurada María Magdalena habéis resucitado a su hermano Lázaro, muerto hacía ya cuatro días, haced que experimentemos los efectos de su poderosa intercesión. Vos que, siendo Dios, vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.
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Hecho cristiano, San Pantaleón, médico rico de Nicomedia, no abandonó su profesión; no hizo sino ejercerla con más éxito: sanaba a los enfermos invocando el nombre de Jesús. Los médicos paganos, envidiosos de sus curaciones maravillosas que de este modo efectuaba, lo denunciaron al emperador Maximiano. Éste le hizo sufrir los más crueles tormentos; pero el santo, alentado por la aparición del Salvador mismo, los soportó con invencible valor. Fue por fin decapitado, hacia el año 305. MEDITACIÓN SOBRE LAS ENFERMEDADES DE NUESTRA ALMA
I. El pecador está ciego: no ve ni las recompensas del paraíso ni las penas del infierno, ni la belleza de la virtud ni la fealdad del vicio; no considera sino el falso brillo de las riquezas, los encantos falaces de los placeres, y el vano aparato de la gloria mundana. Pecador, abre por fin tus ojos; considera que esos tesoros te abandonarán a tu muerte, que esos placeres y esos honores se desvanecerán como un sueño. Di a la vanagloria: adiós, eres sólo falsía, y, en partiendo, eres nada. (San Clemente de Alejandría). II. El pecador está enfermo. El desorden de los humores es la causa de las enfermedades del cuerpo; el desorden de las pasiones es la fuente de las enfermedades del alma; ellas turban nuestra razón y le impiden dirigirse a Dios. ¿De dónde provienen tus pecados? Del desorden de tus pasiones: amas lo que deberías odiar, te horroriza lo que deberías amar. Pasa revista a tus pasiones, examina tus deseos, tus inclinaciones y tus aversiones; y, después que hayas conocido su desorden, di a Dios: Señor, el que no os ama está enfermo. III. El pecador no sólo está enfermo, sino que está muerto, puesto que ha perdido la gracia; es más difícil convertir a un pecador que resucitar aun muerto. ¡Oh supremo Médico de nuestras almas, Vos que habéis dado vuestra vida para librarnos de la muerte del pecado, resucitadnos! Hagamos todo lo que podamos para salir del pecado, y pidamos a Dios que tenga piedad de nosotros. Estoy enfermo, llamo al médico; estoy ciego, corro a la luz; estoy muerto, suspiro por la vida. Vos sois el Médico, la Luz y la Vida, ¡oh Dios de Nazaret! (San Agustín).
El conocimiento de sí mismo Orad por los enfermos.
ORACIÓN
Haced, os lo rogamos, Dios omnipotente, que la intercesión de San Pantaleón, vuestro mártir, libre nuestro cuerpo de toda adversidad y purifique nuestras almas de todo mal pensamiento. Por J. C. N. S. Amén
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San Ignacio de Loyola 31 de Julio Año 1556
San Ignacio: ruégale a Dios por todos los que como tí deseamos extender el Reino de Cristo, y hacer amar más a nuestro Divino Salvador.
"Todo para mayor Gloria de Dios" (San Ignacio)
San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa, norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite con Francia.
Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más joven de todos fue Ignacio.
El nombre que le pusieron en el bautismo fue Iñigo. Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Al ser herido su jefe, la guarnición del castillo capituló ante el ejército francés.
Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones en la rodilla, dolorosísimas, y sin anestesia; pero no permitió que lo atasen ni que nadie lo sostuviera. Durante las operaciones no prorrumpió ni una queja. Los médicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara más corta le amarraron unas pesas al pie y así estuvo por semanas con el pie en alto, soportando semejante peso. Sin embargo quedó cojo para toda la vida.
A pesar de esto Ignacio tuvo durante toda su vida un modo muy elegante y fino para tratar a toda clase de personas. Lo había aprendido en la Corte en su niñez.
Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que "La vida de Cristo" y el "Año Cristiano", o sea la historia del santo de cada día. Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustración . En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto lo fue impresionando profundamente.
Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: "¿Y por qué no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?". Y después se iba a cumplir en él aquello que decía Jesús: "Dichosos los que tienen un gran deseo de ser santos, porque su deseo se cumplirá" (Mt. 5,6), y aquella sentencia de los psicólogos: "Cuidado con lo que deseas, porque lo conseguirás".
Mientras se proponía seriamente convertirse, una noche se le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo.
Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de toda su vida. Y se fue a un pueblecito llamado Manresa, a 15 kilómetros de Monserrat a orar y hacer penitencia, allí estuvo un año. Cerca de Manresa había una cueva y en ella se encerraba a dedicarse a la oración y a la meditación. Allá se le ocurrió la idea de los Ejercicios Espiritales, que tanto bien iban a hacer a la humanidad.
Después de unos días en los cuales sentía mucho gozo y consuelo en la oración, empezó a sentir aburrimiento y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la llaman los sabios "la noche oscura del alma". Es un estado dificultoso que cada uno tiene que pasar para que se convenza de que los consuelos que siente en la oración no se los merece, sino que son un regalo gratuito de Dios.
Luego le llegó otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los escrúpulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto casi lo lleva a la desesperación. Pero iba anotando lo que le sucedía y lo que sentía y estos datos le proporcionaron después mucha habildad para poder dirigir espiritualmente a otros convertidos y según sus propias experiencias poderles enseñar el camino de la santidad. Allí orando en Manresa adquirió lo que se llama "Discreción de espíritus", que consiste en saber determinar qué es lo que le sucede a cada alma y cuáles son los consejos que más necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le decía después: "En una hora de oración en Manresa aprendí más a dirigir almas, que todo lo que hubiera podido aprender asistiendo a universidades".
En 1523 se fue en peregrinación a Jerusalén, pidiendo limosna por el camino. Todavía era muy impulsivo y un día casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religión. Por eso le aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde había muchos enemigos del catolicismo. Después fue adquiriendo gran bondad y paciencia.
A los 33 años empezó como estudiante de colegio en Barcelona, España. Sus compañeros de estudio eran mucho más jóvenes que él y se burlaban mucho. El toleraba todo con admirable paciencia. De todo lo que estudiaba tomaba pretexto para elevar su alma a Dios y adorarlo.
Después pasó a la Universidad de Alcalá. Vestía muy pobremente y vivía de limosna. Reunía niños para enseñarles religión; hacía reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y convertía pecadores hablandoles amablemente de lo importante que es salvar el alma. Lo acusaron injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la cárcel. Después lo declararon inocente, pero había gente que lo perseguía. El consideraba todos estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus pecados. Y exclamaba: "No hay en la ciudad tantas cárceles ni tantos tormentos como los que yo deseo sufrir por amor a Jesucristo".
Se fue a Paris a estudiar en su famosa Universidad de La Sorbona. Allá formó un grupo con seis compañeros que se han hecho famosos porque con ellos fundó la Compañía de Jesús. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Recibieron doctorado en aquella universidad y daban muy buen ejemplo a todos.
Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y pobres, el día 15 de Agosto de 1534, fiesta de la Asunción de María. Se comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice para que él los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.
Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibió muy bien y les dio permiso de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, que se había cambiado por ese nombre su nombre antiguo de Íñigo, esperó un año desde el día de su ordenación hasta el día de la celebración de su primera misa, para prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor. San Ignacio se dedicó en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo. Sus compañeros se dedicaron a dictar clases en universidades y colegios y a dar conferencias espirituales a toda clase de personas.
Se propusieron como principal oficio enseñar la religión a la gente.
En 1540 el Papa Pablo III aprobó su comunidad llamada "Compañía de Jesús" o "Jesuitas". El Superior General de la nueva comunidad fue San Ignacio hasta su muerte.
En Roma pasó todo el resto de su vida.
Era tanto el deseo que tenía de salvar almas que exclamaba: "Estaría dispuesto a perder todo lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador".
Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22 murieron martirizados por los protestantes. Sus dos grandes amigos Laínez y Salmerón fueron famosos sabios que dirigieron el Concilio de Trento. A San Pedro Canisio lo envió a Alemania y este santo llegó a ser el más célebre catequista de aquél país. Recibió como religioso jesuita a San Francisco de Borja que era rico político, gobernador, en España. San Ignacio escribió más de 6 mil cartas dando consejos espirituales. El Colegio que San Ignacio fundó en Roma llegó a ser modelo en el cual se inspiraron muchísimos colegios más y ahora se ha convertido en la célebre Universidad Gregoriana.
Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy instruidos para combatirlos. El deseaba que el apóstol católico fuera muy instruido.
El libro más famoso de San Ignacio se titula: "Ejercicios Espirituales" y es lo mejor que se ha escrito acerca de como hacer bien los santos ejercicios. En todo el mundo es leído y practicado este maravilloso libro. Duró 15 años escribiéndolo.
Su lema era: "Todo para mayor gloria de Dios". Y a ello dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera más conocido, más amado y mejor obedecido.
En los 15 años que San Ignacio dirigió a la Compañía de Jesús, esta pasó de siete socios a más de mil. A todos y cada uno trataba de formarlos muy bien espiritualmente. Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir, y murió subitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años.
En 1622 el Papa lo declaró Santo y después Pío XI lo declaró Patrono de los Ejercicios Espirituales en todo el mundo. Su comunidad de Jesuitas es la más numerosa en la Iglesia Católica. Oracion para rezar en todo momento Autor: San Ignacio de Loyola
Ayúdame a clarificar mis intenciones. purifica mis sentimientos, santifica mis pensamientos y bendice mis esfuerzos, para que todo en mi vida sea de acuerdo a tu voluntad.
Tengo tantos deseos contradictorios... Me preocupo por cosas que ni importan ni son duraderas. Pero sé que si te entrego mi corazón haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.
En todo lo que hoy soy, en todo lo que intente hacer, en mis encuentros, reflexiones, incluso en las frustraciones y fallos y sobre todo en este rato de oración, en todo ello, haz que ponga mi vida en tus manos. Señor, soy todo tuyo. Haz de mí lo que Tú quieras
Amén.
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SAN ALFONSO MARÍA de LIGORIO Fiesta: 1 de agosto Obispo y doctor (1696-1787)
Casi todos los Santos traen un "mensaje" para la Iglesia y surgen cuando el pueblo de Dios los necesita. San Alfonso María de Ligorio ha legado a la Iglesia un mensaje que no pasa de moda y que siempre es de palpitante actualidad:
1) Profunda vida y sabia doctrina sobre la oración. 2) Devoción tierna y transformante a la Sagrada Eucaristía. 3) Filial devoción a la Virgen María.
Además habría que añadir otras muchas facetas de su vida que son también un estupendo mensaje, como por ejemplo el voto que hace de "no perder nunca el tiempo". Mensajes todos estos prolongados hasta nosotros por dos conductos: Su vida y sus preciosas Obras, y por medio de sus hijos los Redentoristas que heredaron su espíritu.
Un viejo misionero que estaba en Marianela de Nápoles al nacer nuestro pequeño Alfonso el 1696 hizo este horóscopo tomándolo en brazos: "Este niño será obispo, vivirá cerca de cien años y hará grandes cosas por Jesucristo". Más que adivino le llamaríamos casi profeta a este buen misionero.
Perteneció a una familia noble napolitana. A los siete años ya lo ponen a estudiar las letras clásicas. A los doce se matricula en la universidad y a los dieciséis ya es investido con la toga de doctor en ambos Derechos. A la vez que estos estudios tan serios, se entrega también a otros más livianos y pasajeros: Estudia las lenguas modernas, esgrima, arte, música y pintura que después le servirá todo esto para su apostolado.
Su padre había colocado sus ojos en él esperando que fuera un alto mando militar pero viendo las inclinaciones de su hijo se contentó y dijo: "Está visto; más que para las armas, el muchacho vale para las letras. Le haremos abogado".
Durante ocho años se entregó en su bufete de abogado a defender pleitos. Los ganó todos menos uno, el del Duque de Orsini y aun fue por injusticias y mentiras. De él quedó tan hondamente impresionado que dijo: "Mundo falaz, hoy te he conocido; en adelante nada serás para mí". Y a un amigo le añadía: "Colega mío, nuestra vida es muy desgraciada y corremos el peligro de perder nuestra alma para toda la eternidad. Veo que ésta no es mi carrera. Voy a abandonarla y trataré ir por otros caminos".
Su padre una vez más quedó desengañado de su hijo. Le había preparado un ventajoso y lujoso matrimonio, pero Alfonso abrazó el camino de seguimiento de Cristo en el sacerdocio. Se preparó lo mejor posible y se ordenó sacerdote en el año 1726. Aquel mismo día hizo este propósito: "La Iglesia me honra concediéndome este don, yo procuraré honrar a la Iglesia trabajando incansablemente por ella, con mi pureza, con mi santidad". Y cumplió fielmente la promesa.
Se entregó a recorrer toda Italia predicando Misiones populares y escribiendo preciosos tratados sobre todos los temas que sabía interesaban al pueblo fiel: Moral, Catecismos, Sermones, Visitas al Santísimo, Tratados sobre la Virgen María. Las Glorias de María será su obra inmortal juntamente con sus tratados de Teología Moral en la que hasta ahora goza de una gran autoridad.
El año 1732 funda la Congregación de los Redentoristas para que sigan su obra. A sus 66 años el Papa Clemnte XIII le obliga a aceptar ser obispo de Santa Agueda de los Godos. Es un padre y un Pastor maravilloso. No pierde un instante por formar a los demás y por santificarse él. El Padre bueno le llama a sus 91 años. Era el 1 de agosto de 1787.
Oracion de San Alfonso Maria de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos. Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido. Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás. Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia! Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo. Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
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3 de agosto SAN PEDRO JULIÁN EYMARD, Confesor
El mes de julio de 1799 había pasado por La Mure el Papa Pío VI, prisionero del Directorio. Durmió en la pequeña ciudad y a la mañana siguiente dio su bendición al pueblo apiñado en la plaza.
Y la bendición del anciano Pontífice germinó en santidad.
Cinco años más tarde llegaba allí un rico labrador arruinado en los días de la Revolución y ahora afilador ambulante. Era un buen cristiano y buen trabajador. Las cosas le fueron bien y pensó rehacer su hogar casándose en segundas nupcias. En aquel hogar nació el Beato Pedro Julián Eymard, el 4 de febrero de 1811. Encontró dos hermanastros, Antonio, que desapareció muy pronto enrolado en los ejércitos de Napoleón, yendo a jalonar con su tumba anónima los caminos de Rusia, y Mariana.
Cuando el niño tenía cuatro años pasó por La Mure Napoleón, evadido de la isla de Elba. El aire se llenó de cantos guerreros y la presencia del emperador electrizó a la chiquillería, que en adelante jugó a las guerras y a los soldados. También Julián se divertía marcando el paso y llevando flamantes penachos de cartón.
Era inteligente y de carácter resuelto. Su madre, una santa mujer, le llevaba todos los días a la iglesia para recibir la bendición del Santísimo. La presencia de Cristo en el sagrario llegó a ser familiar al pequeño. Un día desapareció de casa. Le buscaron; todo inútil. Su hermana llegó angustiada a la iglesia. ¿Dónde estará? ¿Qué habrá sido de él? Y allí estaba el niño, subido en una escalera junto al sagrario. "Pero, niño, ¿qué haces ahí?" "Pues, nada; hablar con Jesús."
Y nació la vocación religiosa.
El modesto afilador había hecho una pequeña fortuna y comprado un trujal. Vivía por allí una niña heredera y el hombre había hecho sus cálculos para más adelante. Por eso, cuando el niño le dijo que quería ser religioso, el señor Eymard frunció el ceño y dijo: "No." Y cuando el señor Eymard decía "no" era difícil hacerle volver de su decisión. Esto lo sabia Pedro Julián, y mientras arreaba al borrico que movía el trujal, a escondidas de su padre, estudiaba latín. En el verano los seminaristas le corregían los cuadernos.
Y llegó a los dieciséis; entonces afrontó la dificultad de frente, revelando a su padre el doble trabajo de trujal y estudio clandestino. Pidió que le dejara libre para ir al colegio. "Esto es demasiado caro para nosotros", contestó el padre, desabrido. El muchacho buscó una beca y la consiguió, pero el director lo llevó muy a mal y en adelante humilló al chico todo lo que pudo. Nada de premios ni siquiera de accesits. Durante los recreos debía encender el fuego, barrer la clase y hacer otros menesteres humillantes. El joven resistió la humillación: todo lo daba por bien empleado para ser un día sacerdote, pero el padre retiró al muchacho.
En la primavera de 1828 una oferta tentadora: un sacerdote de Grenoble, a cuenta de algunos trabajos de jardinería, de casa y de sacristía, se comprometía a enseñarle latín. Nuevo fracaso. Volvió a La Mure.
Así estaban las cosas cuando pasó por allí el padre Guibert, oblato de María Inmaculada, joven sacerdote de veintiséis años y más tarde cardenal arzobispo de París. El joven sacerdote rompió la dura resistencia del señor Eymard y Julián pudo ingresar en el noviciado de los oblatos de Marsella el 7 de marzo de 1829.
En Marsella quiso alcanzar a los demás, trabajó demasiado y cayó enfermo, y vuelta a La Mure para morir. Pero él quería ser sacerdote, celebrar siquiera una misa. Una tarde la campana de la iglesia tañó quejumbrosa anunciando la agonía del muchacho. La gente se reunió en la iglesia y pidió por el agonizante. Dios escuchó la oración y Julián sanó.
No fue readmitido en los oblatos, pero monseñor Mazenod mismo, su fundador, le presentó al rector del seminario de Grenoble.
Por fin el 20 de julio de 1834 recibía la unción sacerdotal, alcanzando una meta tan ardientemente deseada.
Cinco años duró su vida parroquial, Fue primero coadjutor en Chatte y luego párroco en Monteynard. Ahora su meta era la santidad; santificarse a sí mismo para obtener la salvación de sus ovejas. Era el mismo método que por aquellos días usaba otro santo párroco, el Cura de Ars. Los dos se conocían y fueron buenos amigos.
Pero un día el cura desapareció del pueblo. Cuando supieron los feligreses que estaba en el noviciado de los padres Maristas de Marsella, se presentaron amenazantes al obispo reclamando a su pastor. Era ya tarde; el padre Eymard comenzaba su vida religiosa, Ahora le atraía la Virgen. Sentirse miembro de la Sociedad de María, ser misionero tal vez allá en la lejana Oceanía, bajo el pabellón de su Reina, era la ilusión que teñía de rosa los duros sacrificios del noviciado.
Pero el Señor no le quería en las misiones, sino en Francia: primero como director espiritual del colegio de Belley, después como superior provincial y más tarde como director de la Tercera Orden de María. El padre Eymard se consideraba el caballero de María y trabajaba con denuedo en aquella Marsella revuelta y encrespada de pasiones de mediados del siglo. Trabajaba con los obreros y en las cárceles, sin olvidar las almas selectas. En los días difíciles estuvo con todo su prestigio al lado de la señorita Jaricot, fundadora de la Obra Pontificia de la propagación de la fe.
Un día frío de invierno había llegado el padre Eymard a Fourviére, a poner a los pies de su Dama, la Virgen, el fruto de sus trabajos, y allí le esperaba María para dar un rumbo nuevo a su vida. Toda su vida había sido el padre un enamorado ferviente de la Santísima Eucaristía. Pero hacía algún tiempo, sobre todo, que el Santísimo le arrastraba como un imán irresistible. Un día, llevando la custodia en procesión, en un arranque de fervor había prometido predicar sólo de Jesucristo Sacramentado. Era la mano cariñosa de María que le venía guiando. Ahora, en esta fría tarde de invierno en Fourviére, lo comprendió todo. La Virgen le significó su deseo: era preciso fundar una Congregación con el objeto exclusivo de dar culto al Santísimo.
Consultó a los superiores, consultó a Pío IX, y, cuando vio con claridad que era la voluntad de la Señora, se lanzó al trabajo. Ahora había que cubrir una nueva etapa: la fundación de la Congregación del Santísimo, Sacramento. Las obras de Dios se cimentan en el sacrificio. Esto lo sabía el padre Eymard, pero estaba dispuesto a pasar por todo, hasta comer piedras y morir en un hospital, si fuera preciso.
Salió de la Congregación y sólo, sin más bagaje que su indómita voluntad y la bendición de la Virgen, llegó a París para fundar.
El señor De Cuers, un viejo marino nacido en las playas sonrientes de Cádiz, fue su primer compañero.
El nuevo Instituto fundado por el padre Eymard tenía como única finalidad dar culto solemne al Santísimo Sacramento. El Señor quedaba expuesto día y noche y los religiosos debían sucederse por turnos en una guardia solemne y continua. La obra comenzó a marchar, pero muy despacio. Llegaban adoradores, pero se cansaban pronto ante la dificultad de la adoración nocturna. El padre Eymard no varió un punto su plan y continuó impertérrito, puesta siempre la confianza en el Maestro. Mientras se desarrollaba el largo y doloroso período de gestación del nuevo Instituto el fundador no perdió el tiempo en lamentaciones. Ahora su vida convergía toda hacia un ideal, ideal grande, sublime: el servicio de la Real Persona de Jesucristo presente en la Eucaristía. Y el ideal polarizaba toda su actividad interna y externa. También hubiera podido decir, como San Pablo: "Mi vivir es Cristo", pero hubiera debido añadir: "Sacramentado".
Para ser mejor adorador, mejor servidor de Cristo sacramentado, se santificaba. Había dicho a su cuerpo: "Te domaré a fuerza de golpes". Y lo cumplía a rajatabla. Las más insignificantes faltas tenían minuciosamente señalado el número de azotes. Pero muchas noches, al hacer el examen de conciencia y calcular los golpes, y ver allí la disciplina, era tal el horror que le inspiraba que salía huyendo como impelido por una fuerza misteriosa. Pero volvía con decisión y entonces los azotes eran más fuertes. Se privó del tabaco y reguló sus amistades, guardando celosamente para Cristo sacramentado todo su corazón.
Pero más que el dolor físico de penitencias y enfermedades purificó su alma el dolor moral. El viejo marino gaditano, convertido en el padre De Cuers, con su intransigencia y celos le dio más de una pesadilla. Dos veces fue ásperamente reprendido por dos cardenales de París, la calumnia mordió su fama y las deserciones de los cobardes amargaron su corazón. Sin embargo, decía: "Tengo miedo que cesen las pruebas", y su alma, como la de San Pablo, pasaba alegre por todo con tal de que Cristo sacramentado fuera más conocido y mejor amado.
Como a San Pablo, el amor de Cristo le empujaba a predicar. Sentía ansias incontenibles de pegar fuego a todo el mundo con el tizón ardiente de la Eucaristía. Sus viajes y el contacto con las gentes de Marsella le habían dado una visión exacta de la sociedad; las masas obreras se alejaban de Dios y de Cristo. Pero los hombres se iban de la iglesia porque no conocían a Cristo. Era preciso sacar a Cristo del sagrario, exhibirlo, mostrarlo, no como una momia o como un recuerdo, sino como Alguien vivo capaz de solucionar todos los problemas individuales y sociales. Le martilleaba el alma aquella sentencia de San Pedro: "Fuera de Él no hay que buscar la salvación en ningún otro; pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debamos salvarnos" (Act. 4,12).
Y fue diciendo su mensaje por todos los púlpitos de Francia: sólo en la vuelta a Cristo sacramentado está la salvación. Pensó que lo más efectivo para esta restauración cristiana por la Eucaristía sería ganar a los sacerdotes. El había sido siempre devotísimo del sacerdocio por su íntima conexión con la Eucaristía, y ahora se entrega a ellos en cuerpo y alma. Más tarde sus trabajos se concretaron en una obra magnífica: los sacerdotes adoradores. La finalidad de esta obra, hoy extendida por todo el mundo, es promover el culto de la Eucaristía.
Para los fieles fundó una especie de Tercera Orden de su Congregación, que llamó Agregación del Santísimo Sacramento. Los socios de esta obra se comprometen a procurar al Señor un culto más decente mediante la limosna y la prestación personal de la Adoración mensual, semanal o diaria.
En su afán de dar culto a la Santísima Eucaristía fundó también una Congregación de religiosas Siervas del Santísimo Sacramento, dedicadas exclusivamente a la adoración solemne del Santísimo.
En sus andanzas por los caminos de Francia, como peregrino de la Eucaristía, encontró el padre Eymard a la señorita Tamisier. Tamisier fue durante cuatro años sor Emiliana en la Congregación de Siervas del Santísimo Sacramento. El padre Eymard modeló su alma con el máximo cuidado, sembrando en ella inquietudes eucarísticas. Con la bendición del padre salió del convento para ser en el mundo la viajera del Santísimo Sacramento primero y luego la organizadora de los Congresos Eucarísticos. Así vio el padre Eymard desde el cielo cómo germinaban sus ideas en aquel primer Congreso Eucarístico de Lila de 1881, promovido por su hija espiritual y dirigido por sus religiosos.
Se acerca el ocaso. Su vida se apaga. La Virgen ha conducido sus pasos a través de su peregrinación. Esta tarde de mayo de 1868, después de haber predicado acerca de las relaciones de María con la Eucaristía, termina así su sermón: "Pues bien, ¡honremos a María con el título de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento!". Y desde ese día María es invocada en la Iglesia con un nuevo título, viejo en su contenido y nuevo en la expresión. Tres meses más tarde entregaba su alma al Señor. Había sido el hombre empujado siempre por el ideal.
Agotado por las responsabilidades de fundador y primer superior general, marcado por las pruebas de toda clase, Pedro Julián Eymard muere en su tierra natal, a la edad solamente de 57 años, el primero de Agosto de 1868. Beatificado por Pío XI, en 1925, fue canonizado por Juan XXIII, el 9 de Diciembre de 1962, al final de la primera sesión del Concilio Vaticano II. El 9 de Diciembre de 1995, fue inscrito en el Calendario Romano y presentado a la Iglesia universal como el Apóstol de la Eucaristía.
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7 de Agosto San Cayetano Presbítero Cofundador de los Clérigos Regulares Teatinos (1480-1547)
Su papel fue importantísimo en la auténtica reforma católica. Contemporáneo de Lutero.
San Cayetano nació en Vicenza en 1480.
Su padre, el Conde Gaspar de Thiene y su madre María di Porto, eran de familias nobles.
El padre murió cuando los dos hermanos eran muy pequeños. Su piadosa madre dio a sus hijos un admirable ejemplo. Produjo grandes frutos en ellos, especialmente en Cayetano. Estudió 4 años en la Universidad de Padua. Se distinguió en la teología y se doctoró en derecho civil y canónico en 1504. Fue nombrado senador en Vicenza.
Estaba, sin embargo, decidido a seguir los estudios sacerdotales. Se trasladó a Roma en 1506, decía que Dios le llamaba a realizar una gran obra. Al poco tiempo fue nombrado secretario privado del Papa Julio II y protonotorio apostólico. Pudo conocer de cerca a cardenales y prelados como "escritor de las cartas apostólicas".
El Papa muere en 1513 y Cayetano decide no continuar en el cargo. Se preparó durante 3 años para ser sacerdote. Fue ordenado en 1516, a los 36 años. Celebra su primera misa y queda sobrecogido por el don del que no se considera digno.
Funda en Roma una Cofradía del "Amor Divino". Era una asociación de clérigos que se dedicaba a promover la gloria de Dios.
Tuvo su primera experiencia pastoral en la parroquia de Santa María de Malo, cerca de Vicenza; luego se dedicó a cuidar los santuarios esparcidos por el monte Soratte.
Ingresó en el oratorio de San Jerónimo, que tenía los mismos fines que la cofradía del Amor Divino, pero incluía a los laicos menos favorecidos por la fortuna. Sus amigos se molestaron mucho por eso, porque consideraban que aquello era indigno para un hombre de gran alcurnia como él. A Cayetano no le importó. Ayudaba y servía personalmente a los pobres y enfermos de la ciudad y atendía a los pacientes mas repugnantes del hospital de incurables a quienes ayudó mucho en lo material.
Cayetano se preocupaba mucho por el bien espiritual de su congregación. Solía decir: "En el oratorio rendimos a Dios el homenaje de la adoración, en el hospital le encontramos personalmente".
Fundó otro oratorio en Verona.
Se trasladó a Venecia en 1520, siguiendo el consejo de su confesor, Juan Bautista de Crema, un dominico santo y prudente. Se alojó en el hospital de la ciudad y siguió la misma forma de vida. Se le consideraba fundador principal del hospital por todos los regalos que hizo.
La Eucaristía
Implantó la bendición con el Santísimo Sacramento y promovió la comunión frecuente, en los 3 años que vivió en Venecia. Escribió: "No estaré satisfecho sino hasta que vea a los cristianos acercarse al Banquete Celestial con sencillez de niños hambrientos y gozosos, y no llenos de miedo y falsa vergüenza".
La cristiandad pasaba por un periodo de crisis. La corrupción había debilitado a la Iglesia, mucho antes de la aparición del protestantismo y eso promovía la reforma. Cayetano era uno de los que más imploraban esa reforma de vida y de costumbres dentro de la Iglesia. Repetía a menudo: "Cristo espera, ninguno se mueve".
Fundador
La Iglesia estaba enferma "en la cabeza y en los miembros"
San Cayetano regresó a Roma para hablar de eso con los miembros de la Cofradía del Amor Divino en 1523, en compañía del obispo de Teato Giampietro Carafa, de Bonifacio Colli y de Pablo Consiglieri. No solo predicó la reforma, sino la llevó a cabo fundando con sus tres compañeros una orden de Clérigos Regulares que tomasen como modelo la vida de los Apóstoles; llamada la "Ordo Regularium Theatinorum" o Congregación de los Teatinos (el nombre de padres teatinos que se da a los miembros de esa congregación , viene de Chieti, la teate Marrucinorum de los latinos, uno de los episcopados de Giampietro Carafa), que tenía como finalidad principal la renovación del clero.
Clemente VII aprobó la fundación ideada por Cayetano.
El 14 de septiembre de 1524, Cayetano renuncia a todos sus bienes y Carafa a los 2 episcopados de Brindis y de Chieti.
Los 4 primeros miembros visten sus hábitos religiosos y hacen los votos en San Pedro, ante un delegado pontificio. Carafa es nombrado superior general de la orden. Aparte de la renovación del clero, sus otros objetivos eran: la predicación de la sana doctrina, el cuidado de los enfermos y la restauración del uso frecuente de los Sacramentos.
Los seguidores del santo fundador no eran muchos. A los 4 años, en 1527, cuando la orden tenía 12 miembros, el ejercito saqueó la ciudad, la casa fue destruida y ellos escaparon a Venecia.
En 1530 San Cayetano sucede a Carafa en el cargo de superior, lo hace con renuencia debido a su gran humildad.
Trabaja enérgicamente por la reforma del clero.
En 1533, Carafa fue elegido superior general por segunda vez.
Cayetano es enviado a Verona, donde recibe oposición a sus reformas.
Viaja a Nápoles para fundar una casa de su orden. Recibe una casa donada por el conde de Oppido, rechaza otros terrenos. El conde alega que los napolitanos no eran tan ricos y generosos como los venecianos a los que San Cayetano le responde: "Tal vez tengáis razón, pero Dios es el mismo en ambas ciudades. Dios está en Nápoles como en Venecia".
Se quedó en Nápoles donde había mas trabajo. La ciudad mejoró notablemente gracias a las prédicas y el trabajo apostólico del santo, que en ocasiones tuvo que enfrentarse con laicos y religiosos que predicaban el calvinismo, el luteranismo y otros errores.
Fundó con el Beato Juan Marinoni los "Montes de Piedad" para liberar de la miseria a los pobres y marginados. Fue aprobado poco antes del Concilio de Letrán. En sus últimos años de vida abrió hospicios para ancianos y fundó hospitales.
Cae enfermo en el verano de 1547. Los médicos le aconsejan poner un colchón sobre su cama de tablas, el respondió: "Mi salvador murió en la cruz; dejadme pues, morir también sobre un madero".
Murió en Nápoles a la edad de 77 años, el domingo 7 de agosto de 1547.
Ocho años después de su muerte, el teatino Carafa fue elegido Papa, con el nombre Pablo IV, un auténtico reformador, aunque su pontificado fue muy impopular.
Fue canonizado en 1671 después que la comisión encargada terminara de examinar rigurosamente los numerosos milagros.San Cayetano bendito: lo que tú más deseabas era la conversión de los que somos tan pecadores, es un favor inmenso que no hemos logrado conseguir, pero que tú con tu intercesión nos puedes obtener. Pídele a Dios que nos logremos convertir.
Oremos
Señor Dios todopoderoso, que inspiraste al presbítero san Cayetano el deseo de vivir según el modelo de la primitiva comunidad apostólica, haz que nosotros, siguiendo su ejemplo y contando con su intercesión, confiemos siempre en ti y busquemos continuamente el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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20 de Agosto
SAN BERNARDO Abad y Doctor de la Iglesia (1091-1153)
"El hombre que se enamoró de Dios". "El gran amante". "El reformador del Císter". "Cuando Bernardo de Claraval escribe y moja su pluma en la sangre de su corazón, un lector penetrante puede llegar a sentir su pulso". "El amado de María". "El cantor de María". "El ojos grandes". Todo esto se ha dicho y muchas más cosas de este gran hombre que influyó en la Iglesia de la Edad Media más que los reyes y Papas de su tiempo.
Estos eran los lemas que se eligió para sí y que encierran toda su rica vida y espiritualidad: "Alcanzar a Cristo". Una vez que abandonó el mundo ya nada le importaba más que esto: Ser todo de Cristo, y sólo para Él. "Absortos en Cristo" Era un alma profundamente contemplativa. Pasaba horas y horas ensimimado en Dios y en las obras de la naturaleza que le llevaban a Dios. "Pendientes de Cristo". "Conscientes de Cristo". Estos lemas eran para él y para su hermana Humbelina a quien amaba con toda su alma. Él sabía muy bien que su misión no era otra que la de continuar la obra comenzada por Cristo en su alma al abrazar la vida del Císter. Estos lemas y este otro que algunos le atribuyen "El loco por Cristo", le servían como de espuelas para amar más y más al Señor y servir a los hermanos. Bernardo era el hombre que se enamoró de Dios, el hombre de alma ardiente. Fue caudillo de nacimiento. Era un huracán. Magnetizando a cuantos le trataban.
"Aquí estarás encerrado hasta que pase Bernardo" -"Escóndete, que no te vea Bernardo". Así hablaba la esposa a su marido, la joven a su novio y las madres a sus hijos. Tal era el imán que despedían aquellos ojos grandes y aquella palabra arrebatadora de corazón enamorado. A todos los arrastraba a su Monasterio. Arrastró a sus hermanos, a su cuñada, a su sobrina, a su madre... Tescelín el Moreno y la dulce y encantadora Alicia fueron bendecidos por el Señor con siete hijos: Guido, Gerardo, Bernardo, Humbelina, Andrés, Bartolomé y Nivardo. Todos serán Santos o Beatos. Este santo matrimonio -los dos son venerables y beatos-, supieron educar cristianamente a sus hijos: El primero en ser llamado fue Bernardo. Él fue quien uno a uno fue arrastrando a todos hacia el claustro. Bernardo estaba dotado con todos los dones que puede envidiar una persona: Tipo elegante, inteligencia despierta, simpatía arrolladora, corazón ardiente. Por ello no era raro que las mujeres se desvivieran por él. A una de estas tentadoras le atajó diciendo: "No, tú eres sólo apariencia, yo estoy buscando algo más duradero y veraz. Tus lisonjas son vanas y después dejan una huella de pena en el alma y en el cuerpo. Yo voy buscando la verdadera alegría, la verdadera dicha que no está en ti".
Bernardo fue el verdadero reformador de la vida religiosa y hasta cristiana de la Edad Media. La acción de Bernardo no se limitó a sus conventos, sino que llamó la atención a reyes, príncipes y Papas cuando vio que no iban por buen camino. Estos mismos jerarcas acudían a él sabedores de que siempre les diría la verdad.
Bernardo supo hermanar como pocos a María y Marta del Evangelio en sí mismo. Era contemplativo donde los haya y celoso apóstol como ninguno: predicó Cruzadas, dirigió batallas, pasó largas horas en oración. Amaba a Jesús con toda su alma: "Jesús es miel en la boca, melodía al oído y júbilo en el corazón". Amó tiernamente a María como pocos lo hayan hecho: El Acordaos, el final de la Salve, el "En las angustias invoco a María"... Cantor como pocos de las glorias de la Madre del cielo. Moría el 1153. Había nacido el 1090.
OREMOS «Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la tentación, mira la estrella, clama a María. Si te agitan las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira la estrella, invoca a María. Si la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María. Si turbado con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte en la sima sin fondo de la tristeza o en el abismo de la desesperación, piensa en María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón. Y para conseguir su ayuda intercesora, no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás, si la sigues. No desesperarás, si la ruegas. No te perderás, si en Ella piensas. Si Ella te sostiene, no caerás. Si te protege, nada tendrás que temer. No te fatigarás, si es tu guía. Si Ella te ampara, llegarás felizmente al puerto de salvación.» San Bernardo
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24 de agosto SAN BARTOLOMÉ, Apóstol
Somos embajadores en nombre de Cristo y es Dios mismo quien os exhorta por boca nuestra (2 Corintios, 5, 20)
Hoy parece está fuera de duda que es un solo personaje el Natanael de San Juan y el Bartolomé de los Sinópticos. La encantadora escena nos la cuenta así el cuarto Evangelista: "Al otro día, queriendo Jesús salir de Galilea encontró a Felipe y le dijo: "Sígueme". Era Felipe de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. Encontró Felipe a Natanael y le dijo: "Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la Ley y en los Profetas, a Jesús, hijo de José de Nazareth". Díjole Natanael: "¿De Nazareth puede salir algo bueno?". Díjole Felipe: "Ven y verás". Vio Jesús a Natanael que venía hacia él, y dijo de él: "He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño". Díjole Natanael: "¿De dónde me conoces?". Díjole Jesús: "Antes que Felipe te llamase, cuando estabas debajo de la higuera, te vi". Natanael le contestó: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Contestóle Jesús y dijo: "¿Porque te he dicho que te vi debajo de la higuera crees? Cosas mayores has de ver". Y añadió: "En verdad, en verdad te digo, que veréis abrirse el cielo y los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre" (Jn 1, 43-51).
La buena y sincera amistad se conoce por la alegría que se siente cuando el amigo recibe gracia o favor. En seguida se le comunica a los seres queridos. La amistad que reinaba entre Felipe y Natanael era muy grande. Por ello en cuanto Felipe ha descubierto quién es el Maestro, va corriendo a hacer partícipe de esta dicha a su buen amigo Natanael. En los dos amigos se conocen los dos estados del alma: El creyente y el incrédulo. Felipe ha visto, se ha convencido, y cree. Natanael no se deja embaucar tan fácilmente. Es duro de convencerse. Él sospecha que sean fervorines mal digeridos de su amigo Felipe y por eso se pone en guardia. Antes de creer, debe ver. Y así hizo: Vio, se convenció de cuanto le decía su amigo, y también él creyó. Y no sólo creyó sino que se convirtió en celoso apóstol de éste en quien acaba de creer y por él llegará a derramar su sangre del modo más cruel.
Bartolomé es un patronímico de Tholomai "hijo de". Proviene del arameo mediante el griego. Ya aparece en el Antiguo Testamento. Aparte de lo que hemos contado de Natanael y que ahora todos identifican con Bartolomé, nada conocemos de él más que su nombre que traen los tres Sinópticos.
Natanael quiere decir "don o regalo de Dios" y verdaderamente lo fue este santo Apóstol.
Como Natanael es elegido al principio del apostolado del Maestro, toda la historia y doctrina de Jesús la vive desde el principio hasta la Cruz y aun más allá. Bartolomé lleva la misma vida que el Maestro: "Las zorras tienen sus madrigueras y los pájaros sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar su cabeza". Bartolomé sería mal visto y hasta calumniado por sus mismos correlegionarios por seguir al Nazareno. Pero a él eso le tenía sin cuidado. Lo que le interesaba, una vez descubierto aquel tesoro, era no perderlo por nada del mundo.
También en la Pasión fue cobarde. Después se arrepintió, y, venido Pentecostés... marchó, lleno del Espíritu Santo, a predicar el Mensaje de Jesús por todo el mundo. ¿Dónde? - Quizá Frigia, Persia, Etiopía, Siria, Arabia... La tradición lo ha pintado siempre como despellejado vivo por amor a su Maestro. Así lo pintó Miguel Angel en su Juicio Final de la Capilla Sixtina y así está, en grandiosa estatua, en la Basílica de San Juan de Letrán.
San Bartolomé puede ser patrón y modelo de los que dudan -hoy somos tantos por desgracia- pero que después se convierten y viven la fe con generosa entrega
San Bartolomé, Apóstol, llevó el Evangelio a las regiones más bárbaras de Oriente. Penetró hasta las extremidades de las Indias. Después de haber obra do allí numerosas conversiones y sufrido mucho por la causa de Jesucristo, volvió a la gran Armenia. Convirtió allá al rey Polemón, con doce ciudades de su reino. Los sacerdotes de los ídolos exitaron contra él a Astiages, hermano del rey, que lo hizo desollar vivo, después de lo cual fue decapitado. Refiérese que cien veces al día arrodillábase para orar a Dios.
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Para ser un verdadero apóstol, es decir, un embajador. de Cristo, hay que serle fiel, tomar a pecho los intereses de Dios a, costa de los propios. Es lo que hace San Bartolomé deja él todo para seguir a Jesucristo, para predicar su Evangelio; sacrifica sus placeres, sus intereses; hasta da su vida para ganarle almas y extender su reino. ¿Qué haces tú por la gloria de Jesucristo y por la salvación de las almas? Esto es sin embargo lo más agradable a Dios que puedes hacer.
Un embajador debe estar perfectamente instruido acerca de lo que quiere su príncipe, a fin de hacer su voluntad en todo. San Bartolomé ora a Dios cien veces al día, para saber cuál es la voluntad de Jesucristo, para implorar sus luces y su auxilio. Trabajes lo que trabajes, si tus acciones no están conformes con las miras de Dios, pierdes tu tiempo. ¿Cuántas veces rezas al día y cómo lo haces? Dios mío, ¡que se cumpla en mí vuestra santa voluntad!
Un embajador ha menester de prudencia para llevar a buen término los negocios de su señor; necesita valor para resistir a sus enemigos y dar su vida, si es preciso. San Bartolomé poseyó ambas cualidades. ¿Las tienes tú? Eres tan prudente en las cosas de este mundo, y un niño en las atinentes a tu salvación. Nada te resulta costoso cuando están en juego tus intereses, y el menor obstáculo te detiene cuando se trata de la gloria de Dios. ¡Ah! ¡cuán pocos verdaderos obreros apostólicos existen hoy! ¿Adónde se fue el espíritu de los apóstoles? ¿Dónde están la humildad, los trabajos, el celo de la primitiva Iglesia? (San Bernardo).
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ORACIÓN Dios omnipotente y eterno, que nos inspiráis santa fe en la solemnidad del Apóstol San Bartolomé, os suplicamos que concedáis a vuestra Iglesia que ame lo que él ha creído y que predique lo que él ha enseñado. Por J. C. N. S. Amén.
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28 de Agosto San Agustín Obispo, Doctor de la IglesiaSan Agustín ha sido uno de los santos más famosos de la Iglesia católica. Después de Jesucristo y de San Pablo es difícil encontrar un líder espiritual que haya logrado ejercer mayor influencia entre los católicos que este enorme santo. Su inteligencia era sencillamente asombrosa, su facilidad de palabra ha sido celebrada por todos los países. De los 400 sermones que dejo escritos, han sacado y seguirán sacando material precioso para sus enseñanzas, los maestros de religión de todos los tiempos. - Cuando Agustín se convirtió al catolicismo escribió el libro Confesiones, que lo ha hecho famoso en todo el mundo. Su lectura ha sido la delicia de millones de lectores en muchos países por muchos siglos. El comentaba que a la gente le agrada leer este escrito por gozan leyendo de los defectos ajenos, pero no se esmeran en corregir los propios. La lectura de "Las Confesiones de San Agustín" ha convertido a muchos pecadores. Por ejemplo Santa Teresa cambio radicalmente de comportamiento al leer esas páginas.- Cuando joven tuvo una grave enfermedad y ante el temor de la muerte se hizo instruir en la religión católica y se propuso hacerse bautizar. Pero apenas recobro la salud se le olvidaron sus buenos propósitos y siguió siendo pagano. Más tarde criticara fuertemente a los que dejan para bautizarse cuando ya son bastante mayores, para poder seguir pecando.- Luego leyó una obra que le hizo un gran bien y fue el "Hortensio" de Cicerón. Este precioso libro lo convenció de que cada cual vale más por lo que es y por lo que piensa que por lo que tiene. - Pero luego sucedió que tuvo un retroceso en su espiritualidad. Ingreso a la secta de los Maniqueos, que decía que este mundo lo había hecho el diablo y enseñaban un montón de errores absurdos. Luego se fue a vivir en unión libre con una muchacha y de ella tuvo un hijo al cual llamo Adeodato ( que significa : Dios me lo ha dado ). - Luego leyó las obras del sabio filosofo Platón y se dio cuenta de que la persona humana vale muchísimo más por su espíritu que por su cuerpo y que lo que más debe uno esmerarse en formar es su espíritu y su mente. Estas lecturas del sabio Platón le fueron inmensamente provechosas y lo van a guiar después durante toda su existencia. - Se dedico a leer la Santa Biblia y se desilusiono, ya que le pareció demasiado sencilla y sin estilo literario, como los libros mundanos. Y dejo por un tiempo de leerla. Después dirá, suspirando de tristeza : "Porque la leía con orgullo y por aparecer sabio, por eso no me agradaba. Porque yo en esas páginas no buscaba santidad, sino vanidad por eso me desagradaba su lectura. ¡ Oh sabiduría siempre antigua y siempre nueva. Cuan tarde te he conocido!".- Al volver al África fue ordenado sacerdote y el obispo Valerio de Hipona, que tenía mucha dificultad para hablar, lo nombró su predicador. Y pronto empezó a deslumbrar con sus maravillosos sermones. Predicaba tan hermoso, que nadie por ahí, había escuchado hablar a alguien así, a gente escuchaba hasta por tres horas seguidas sin cansarse. Los temas de sus sermones, eran todos sacados de la santa Biblia, pero con un modo tan agradable y sabio que la gente se entusiasmaba.- Y sucedió que al morir Valerio, el obispo, el pueblo lo aclamo como nuevo obispo y tuvo que aceptar. en adelante será un obispo modelo, un padre bondadoso para todos. Vivirá con sus sacerdotes en una amable comunidad sacerdotal donde todos se sentirán hermanos. El pueblo siempre sabia que la casa del obispo Agustín siempre estará abierta para los que necesitan ayuda espiritual o material. Será gran predicador invitado por los obispos y sacerdotes de comunidades vecinas y escritor de libros bellísimos que han sido y serán la delicia de los católicos que quieran progresar en la santidad. El tenía la rara cualidad de hacerse amar por todos.- Había en el norte de África unos herejes llamados Donatistas, que enseñaba que la Iglesia no debe perdonar a los pecadores y que como católicos solamente deben ser admitidos los totalmente puros ( pero ellos no tenían ningún reparo en asesinar a quienes se oponían en sus doctrinas ) Agustín se les opuso con sus elocuentes sermones y brillantísimos escritos, y ellos no eran capaces de responderles a sus razones y argumentos. Al fin el Santo logró llevar a cabo una reunión en Cartago con todos los obispos católicos de la región y todos los jefes de los Donatistas y allí los católicos dirigidos por nuestro santo derrotaron totalmente en todas las discusiones a los herejes, restos fueron abandonados por la mayor parte de sus seguidores, y la secta se fue acabando poco a poco. - Vino enseguida otro hereje muy peligroso. Un tal Pelagio, que enseñaba que para ser santo no hacía falta recibir gracias o ayudas de Dios, sino que uno mismo por su propia cuenta y propios esfuerzos logra llegar a la santidad. Agustín que sabía por triste experiencia que por 32 años había tratado de ser bueno por sus propios esfuerzos y que lo único que había logrado era ser malo, se le opuso con sus predicaciones y sus libros y escribió un formidable tratado de "La Gracia", el cual prueba que nadie puede ser bueno, ni santo, si Dios no le envía gracias ni ayudas especiales para serlo, en este tratado tan lleno de sabiduría, se han basado después de los siglos, los teólogos de la Iglesia católica para enseñar acerca de la gracia. - Cuando Roma fue saqueada y casi destruida por los bárbaros de Genserico, los antiguos paganos habían dicho que todos estos males habían llegado por haber dejado de rezar a los antiguos dioses paganos y por haber llegado la religión católica. Agustín escribió entonces un nuevo libro, el más famoso después de las Confesiones, "La Ciudad de Dios" ( empleó 13 años redactándolo ) . Allí defiende poderosamente a la religión católica y demuestra que las cosas que suceden, aunque a primera vista son para nuestro mal, están todas en un plan que Dios hizo en favor nuestro que al final veremos que era para nuestro bien. ( Como dice San Pablo: "Todo sucede para bien de los que aman a Dios") .- En el año 430 el santo empezó a sentir continuas fiebres y se dio cuenta de que la muerte lo iba alcanzar, tenía 72 años y cumplía 40 años de ser fervoroso católico, su fama de sabio, de santo y de amable pastor era inmensa. Los bárbaros atacaban su ciudad de Hipona para destruirla, y el murió antes de que la ciudad cayera en manos de semejantes criminales. A quién le preguntaba que si no sentía temor de morir, el les contestaba : "Quien ama a Cristo, no debe temer miedo de encontrarse con El". Pidió que escribieran sus salmos preferidos en grandes carteles dentro de su habitación para irlos leyendo continuamente ( él en sus sermones, había explicado los salmos ). durante su enfermedad curó un enfermo, con solo colocarle las manos en la cabeza y varías personas que estaban poseídas por malos espíritus quedaron libres. ( San Posidio, el obispo que lo acompaño hasta sus últimos días, escribió después su biografía ).-
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Oración
Renueva, Señor, en tu Iglesia aquel espíritu que, con tanta abundancia, otorgaste al obispo San Agustín, para que también nosotros tengamos sed de ti, única fuente de la verdadera sabiduría, y en ti, único manantial del verdadero amor, encuentre descanso nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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El martirio de San Juan Bautista cerca del año 30
El evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte del gran precursor, San Juan Bautista: "Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le decía a Herodes: "No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano". Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto".
"Pero llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".
La muchacha fue donde su madre y le preguntó: "¿Qué debo pedir?". Ella le dijo: "Pida la cabeza de Juan Bautista". Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo: "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista".
El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura (S. Marcos 6,17).
Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque esta muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus errores.
Herodes al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que era pecado esa vida que estaban llevando.
Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido. Pero por no quedar mal con sus compinches que le habían oído su tonto juramento (que en verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo precursor.
Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.
Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: "Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar". El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.
Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.
Oremos
Señor: te rogamos por tantas parejas que viven sin casarse y en pecado. Perdónales y concédeles la verdadera conversión. Y te suplicamos que nunca dejes de enviarnos valientes predicadores, que como Juan Bautista no dejen a los pecadores estar tranquilos en su vida de pecado por que los puede llevar a la perdición, y que despierten las conciencias de sus oyentes para que cada uno prefiera morir antes que pecar.
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31 de Agosto
SAN RAMÓN NONATO Presbítero (1201-1240)
Un buen ejemplo para las madres de hoy que tratan de limitar la descendencia y algunas, lo que es peor, traman quitar la vida a los indefensos no nacidos.
En la provincia de Lérida, en una casita de campo, cerca del pueblo del Portell, y descendientes de las nobles familias de los Fox y Cárdenas, vino al mundo este niño de modo milagroso...La madre murio antes de que naciera este y gracias a la diligencia de un pariente, se le practico con un cuchillo de monte, una incision al vientre de la madre muerta, ante la posibilidad de que el niño estuviese vivo... asi nacio Ramón y se lo apodó Nonato (no-nacido) porque nació después de morir su madre...
Los planes de Dios no son nuestros planes. Tampoco los planes de los padres, a veces son los mejores para sus hijos. En muchas ocasiones ellos buscan su propio egoísmo en lugar del bien de sus hijos. El padre de Ramón le envío a Barcelona para que hiciera amistad con gente rica, hiciera carrera, y el día de mañana fuera su orgullo y su sostén.
Al poco tiempo de llegar a la ciudad Condal Ramón se entregó a una vida de profundo estudio pero no menos se dedicó a la vida de piedad. Para ello en lugar de hacer amistad con ricos, se preocupaba de los libros y de los necesitados. Al enterarse su padre le mandó volver a Portell y allí le encargó el cuidado de unas ovejillas. Hizo amistad con otros pastores pero como el demonio no duerme, pronto algún envidioso le acusó al amo de las ovejas de que abandonaba el ganado. El amo le creyó y cierto día le siguió de lejos para ver si era verdad. Y ciertamente así era: El joven Ramón se retiraba a un lugar solitario, y, puesto de rodillas, se entregaba a la oración. Pero la maravilla del amo subió de emoción al ver que un joven bien apuesto, con alas de ángel, cuidaba de su rebaño y alimentaba en los mejores pastos a sus ovejas. De hecho eran las que más lana y leche producían. La desconfianza se trocó en admiración y respeto.
Por este tiempo es cuando se puso al servicio total de la Virgen María y bajo su amparo. Un día, mientras cuidaba de sus ovejas, le habló así: "Madre mía, tú sabes que yo no he tenido la dicha de conocer a mi madre en la tierra, pero te conozco a Ti y te amo ¿no querrás suplir a mi madre de la tierra?" - Y la Virgen María le contestó: "Sí, sí, hijo mío, acepto con gusto ser tu madre...".
Hasta los oídos de Ramón llegaron los prodigios que obraba en Barcelona un joven sacerdote llamado Pedro Nolasco que trataba de fundar una Orden para redención de los pobres cautivos, que, caídos en manos de los sarracenos, eran llevados a las mazmorras de África. Marchó a Barcelona y se encontró con él y se puso a su servicio y bajo su dirección espiritual.
En Barcelona se entregó a hacer obras de caridad por las calles y en los domicilios particulares. Sobre todo dejó huellas de su gran caridad para con toda clase de enfermos en el Hospital de Santa Eulalia. Una antigua biografía nos lo pinta así: "Era de caridad incandescente, que amaba las letras y aprovechaba mucho en ellas. De pueblo en pueblo iba llevando la Buena Nueva del Evangelio; todos los caballeros y nobles le respetaban; todos los pobres le amaban y todos seguían sus huellas...".
Por fin iba a llegar al heroísmo su caridad: Se entregó a cambio de un cautivo y estuvo en las cárceles de Argel. Grandes sufrimientos padeció allí por amor a Jesucristo y a sus hermanos los hombres. Era por el 1237. Predicaba tanto y con tanto enardecimiento de Cristo que, para evitarlo, los moros le pusieron un candado en su boca. Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX lo nombró Cardenal. Pero San Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso.- El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en la dirección de la Iglesia, y el humilde Cardenal emprendió el largo viaje a pie. Pero por el camino lo atacaron unas altísimas fiebres y murió. Era el año 1240. Apenas tenía 36 años. Pero había sufrido y trabajado muy intensamente, y se había ganado una gran corona para el cielo.- A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos .Ramillete espiritual: «He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» Mt. 28, 20
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Oración
Tú, Señor, que concediste a San Ramón Nonato el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.
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1 de Septiembre San Egidio (San Gil) ("El Protegido o Defendido" en latín; o "cabrito" en griego). Ermitaño de origen griego que vivió entre los siglos VI y VII. Algunas leyendas piadosas lo consideraban un rico heredero emigrado de Marsella y establecido como anacoreta en un bosque, en la desembocadura del río Ródano. Con el tiempo edificó un monasterio.-
Se le atribuyen algunos milagros y la piedad en el Medioevo lo llamó: Abogado de los pecadores, por haber ayudado en su conversión al Rey Carlos; Protector de pobres, tullidos, arqueros, por haber sido herido por una flecha; Abogado contra el miedo y el incubo, por ayudar a una cierva en peligro; y defensor contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia, llamada "mal de San Gil".- Se le consideró uno de los "14 santos auxiliares". Se le representa como anacoreta, con varios atributos: cierva, lirio, flecha clavada en el brazo, dos puertas (regalo del Papa a su monasterio) y un mensaje celeste en una filacteria por haber descubierto un pecado oculto del Rey Carlos y hacérselo confesar.
San Egidio
Oración
. Tú, Señor, que concediste a San Egidio el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.
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