ORACIONES A MARIA

Te recuerdo que el sabado seis de agosto es primer sabado de mes
Nuestra Señora
prometió en Fátima a la Hermana Lucía:
"todos aquellos que durante cinco meses,
en el primer sábado,
se confiesen,
reciban la Sagrada Comunión,
rezen una parte del Rosario
y Me hagan quince minutos de compañíameditando en los misterios del Rosario
con el fin de desagraviarme,
prometo asistidlos en la hora de la muerte
con todas las gracias necesárias para la
salvación de esas almas."
Desagraviemos juntos a Nuestra Madre.
 



ORACIONES A MARIA

AQUI SE IRAN PONIENDO LAS ORACIONES A LA VIRGEN, ENVIA LA TUYA

HIMNO A MARÍA:

Hoy sube al cielo María;
hoy Cristo, en honra del suelo,
traslada desde aquí al cielo
la casa en que ella vivía.
Levantad al cielo el vuelo.
De Dios fuisteis; y hoy Dios,
por no estar en él sin vos,
traslada la casa al cielo.

El Amor, divino modo,
os trasplanta, bella flor,
y porque prendáis mejor,
os lleva con tierra y todo.

A su Hija abraza el Padre,
a su Madre, el Redentor,
y a su Esposa coronada
el Espíritu de Amor . Amén.






Madre del Redentor Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del arcángel Gabriel
y ten piedad de nosotros, pecadores 



Salve, Reina de los Cielos Salve, Reina de los cielos
y Señora de los Ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros. 



El Acordaos —oración atribuída a San Bernardo de Claraval— es la mejor oración para mostrar nuestra confianza en la Virgen María, pues Ella es Madre clementísima; una Madre que está siempre pendiente de todos, y cada uno, de sus hijos. Es la súplica de un hijo que se ve necesitado de los cuidados maternales de María para vencer las tentaciones del enemigo. Un hijo que ruega e implora humildemente, reconociéndose indigno y pecador, la protección siempre poderosa de la Madre de Dios, para que en ningún momento le deje solo. Un hijo que sabe que sin la ayuda de la Virgen no es capaz de salir victorioso en las batallas que tiene que Iuchar durante esta vida para alcanzar la gloria del Cielo.

En esta oración el alma recuerda a Santa María el motivo de su inquebrantable confianza: jamás la Virgen ha dejado de socorrer a los que han acudido a Ella buscando su protección. Y Ella presenta ante el trono de la Divina majestad de su Hijo Jesús todas las súplicas y ruegos que se le hacen.7

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén. 



Salve Regina Generalmente se divide la Salve en tres partes:

• El alma saluda a la Madre de Dios, invocando su misericordia.

• El alma reitera el saludo y, en nombre de todos los hombres, invoca a María Santísima, pide que nos mire con ojos de misericordia y nos lleve hasta su Hijo Jesús.

• El alma proclama el título mayor y fundamental de su intercesión, el ser Madre de Dios.5

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.
A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima!,
¡Oh piadosa!,
¡Oh dulce siempre Virgen María!

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oremos.
Omnipotente sempiterno Dios,
que con la cooperación del Espíritu Santo,
preparasteis el cuerpo y el alma de la gloriosa
Virgen y Madre María,
para que fuese merecedora de ser digna morada
de vuestro Hijo;
concedednos que, pues celebramos con alegría
su conmemoración,
por su piadosa intercesión
seamos liberados de los males presentes
y de la muerte eterna.
Por el mismo Cristo, Señor nuestro.

R. Amén.

V. Que el auxilio divino permanezca para siempre.

R. Amén. 






Angelus V. El Ángel del Señor anunció a María,
R. Y concibió del Espíritu Santo.
Ave María.
V. He aquí la esclava del Señor
R. Hágase en mi según tu palabra.
Ave María.
V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Ave Maria.
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración.
Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén. 



Regina Coeli V. Alégrate, Reina del cielo;
aleluya,
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.
V. Ha resucitado, según predijo;
aleluya,
R. Ruega por nosotros a Dios;
aleluya.
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya,
R. Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.
Oración.
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por su Madre, la Virgen María, alcancemos el goce de la vida eterna. Por el mismo Cristo Nuestro Señor.
R. Amén. 



MENSAJES Y ORACIONES RECIBIDOS EN FATIMA

Oración de la Decena del Rosario
Oh buen Jesús, perdona nuestros pecados. Líbranos del fuego del infierno. Conduce a todas las almas al Cielo, especialmente las mas necesitadas.

Oración del Perdón
¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman.

Oración del Ángel
(se aconseja como novena)
Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y Os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación por las ofensas, sacrilegios e indiferencias con los que El es ofendido.

Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.

Oración Eucarística
Santísima Trinidad, te adoro, Dios mío, te amo en el Santísimo Sacramento.

Oración del Sacrificio
(Rezar al ofrecer un sacrificio)
Oh Jesús mío, es por tu amor, en reparación de las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María y por la conversión de los pecadores.







SÚPLICA DE LA MEDALLA MILAGROSA
Se reza a las 5 de la tarde del 27 de noviembre, Fiesta de la Medalla Milagrosa,
y en las necesidades urgentes, cualquier día, a esa hora.

Oh Virgen Inmaculada, sabemos que siempre y en todas partes estás dispuesta a escuchar las oraciones de tus hijos desterrados en este valle de lágrimas, pero sabemos también, que tienes días y horas en los que te complaces en esparcir más abundantemente los tesoros de tus gracias. Y bien, oh María, henos aquí postrados
delante de Ti, justamente en este día y hora bendita, por Ti elegida para la manifestación de tu Medalla.

Venimos a Ti, llenos de inmensa gratitud y de ilimitada confianza en esta hora por Ti tan querida, para agradecerte el gran don que nos has hecho dándonos tu imagen, a fin que sea para nosotros testimonio de afecto y prenda de protección. Te prometemos, que según tu deseo, la santa Medalla será el signo de tu presencia junto a nosotros, será nuestro libro en el cual aprenderemos a conocer, según tu consejo,
cuánto nos has amado, y lo que debemos hacer para que no sean inútiles tantos
sacrificios tuyos y de Tu Divino Hijo. Sí, Tu Corazón traspasado, representado en la
Medalla, se apoyará siempre sobre el nuestro y lo hará palpitar al unísono con el
tuyo. Lo encenderá de amor a Jesús y lo fortificará para llevar cada día la cruz
detrás de Él.

Ésta es tu hora, oh María, la hora de tu bondad inagotable, de tu misericordia
triunfante, la hora en la cual hiciste brotar, por medio de tu Medalla, aquel
torrente de gracias y de prodigios que inundó la tierra. Haz, oh Madre, que esta
hora que te recuerda la dulce conmoción de Tu Corazón, que te movió a venirnos a
visitar y a traernos el remedio de tantos males, haz que esta hora sea también
nuestra hora, la hora de nuestra sincera conversión, y la hora en que sean
escuchados plenamente nuestros votos.

Tú, que has prometido justamente en esta hora afortunada, que grandes serían las
gracias para quienes las pidiesen con confianza: vuelve benigna tu mirada a nuestras
súplicas. Nosotros te confesamos no merecer tus gracias, pero, a quién recurriremos
oh María, sino a Ti, que eres nuestra Madre, en cuyas manos Dios ha puesto todas sus
gracias? Ten entonces piedad de nosotros. Te lo pedimos por tu Inmaculada
Concepción, y por el amor que te movió a darnos tu preciosa Medalla. Oh Consoladora
de los afligidos, que ya te enterneciste por nuestras miserias, mira los males que
nos oprimen.

Haz que tu Medalla derrame sobre nosotros y sobre todos nuestros seres queridos tus
benéficos rayos: cure a nuestros enfermos, dé la paz a nuestras familias, nos libre
de todo peligro. Lleve tu Medalla alivio al que sufre, consuelo al que llora, luz y
fuerza a todos. Especialmente te pedimos por la conversión de los pecadores,
particularmente de aquéllos que nos son más queridos. Recuerda que por ellos has
sufrido, has rogado y has llorado. Sálvanos, oh Refugio de los pecadores, a fin de
que después de haberte todos amado, invocado y servido en la tierra, podamos ir a
agradecerte y alabarte eternamente en el Cielo. Amén.

Oracion a la milagrosa
iOh Maria!...
En tus manos pongo esta súplica.
Bendícela. Después preséntala
a Jesús. Haz valer tu amor de Madre
y tu poder de Reina.
iOh María!...
Cuento con tu ayuda. Confío en
tu poder. Me entrego a tu voluntad.
Estoy seguro de tu misericordia,
Madre de Dios. Madre mía, ruega
por mí. -
iOh María, sin pecado concebida!
Rogad por nosotros, que recurrimos a
Vos